martes, 18 de octubre de 2011

Yo tenía un blog, pero luego tuve tuiter.

Yo tenía un blog. De hecho, tengo dos. Pero del otro no hay que hablar, porque este se pone bastante agresivo, y así todo vale madre. En este en el que ahora escribo, gustaba de quejarme de un trabajo de mierda que solía tener. Ahora, no lo hago tanto. Varias cosas pasaron: cambié de trabajo por uno que es "mejor" (¿qué chingados quiere decir eso?), y tengo muchas más cosas que hacer en él (¿será eso "mejor"?), y me obsesioné con tuiter.

Tuiter, esa caja infinita de quejas, de obsesiones malsanas disfrazadas de followers y following, esa arma de una revolución que surge de las mismas condiciones y con las mismas herramientas que crean la dominación. Tuiter, intercambio inmediato de frustraciones y deseos, de información y creación, de risa e indignación. Qué curiosa red, tan peculiar herramienta, que está matando mis entradas sustanciales en este espacio sin lógica aparente ni método infalible. Tuiteo y no blogueo, y en el camino invento verbos que nadie viene a corregir.

En fin. Besos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Horas nalga

Antes, pensaba que las horas nalgas eran inherentes al trabajo particular que desempeñaba. Inocentemente creí que cambiando de trabajo, la nalga descansaría. ¡Iluso yo! Hoy, me doy cuenta que la hora nalga es inherente al trabajo en sí, o al menos a la forma actual del mismo.

¿Por qué tener horarios más flexibles, limitando así la pérdida forzada de tiempo en pláticas de la consistencia de la gelatina y los apretujones del metro, parece una locura? La respuesta, lamentablemente, no la tengo. Lo que si, es que diario tengo que chutarme a mi amorosa vecina de cubículo, una secretaría, hablarle con dulcísima voz a su hija, preguntándole por su desayuno de quesadillas, sus pocas ganas de ir a la escuela y otras cosas que, si bien son hermosas, a mi no me interesan ni un poquito.

Dicen por ahí que debería ponerme a leer, a pensar, a escribir, y así lo hago. Lo que me pregunto es por qué no puedo hacerlo afuera, donde hay sol y bullicio, o bibliotecas vacías que me esperan. Para mi, esto de estar 8-10 horas en la misma silla, a largos ratos sin hacer nada productivo, es una verdadera estupidez.

miércoles, 27 de julio de 2011

Monstruos en la oficina

El primer día no escuché nada extraño. Seguramente la emoción me distrajo, o acaso la expectativa de los Otros los mantuvo en silencio. El segundo día, no escuché nada. La oficina quedo muerta mucho más temprano que otros días. El tercer día, algo pasó.

Eran las 18:20 cuando algo me sacó de mis rutinas. Un ruido extraño, espectral, provenía de la oficina de al lado. Guardé silencio. Después de unos minutos, lo volví a escuchar. Una risa que parecía a ratos convertirse en lamento, otras en sed de venganza. Me levanté, y me acerqué a la salida de mi cúbiculo.

A esta hora, las secretarias se han ido, acaso intuyendo algo. Hacia los lados del pasillo que mi oficina remata, no había nadie. Di con cuidado la vuelta. El infernal sonido volvió a sacudir mis entrañas. Aguanté el impulso de dar la vuelta y correr. Seguí caminando.

Al dar la vuelta por el pasillo, en la oficina del Director, lo vi. Era él mismo, riéndose. De frente no parecía tan atemorizante, era más bien rídiculo.

lunes, 18 de julio de 2011

De vuelta

He vuelto a trabajar, percibiendo un salario fijo, que no voy a decirles, bola de chismosos. La primera observación: me duelen las nalgas.

Sigo reportando.

lunes, 27 de junio de 2011

Suspensión

Este blog queda suspendido hasta nuevo salario. Mientras tanto, síganme en:
http://thecoss.wordpress.com

miércoles, 15 de junio de 2011

El último día (de este salario)

Como bien dicen, no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no llegue. Hoy, salgo por la puerta delantera de esta institución educativa de la que tanto me harté. Las cosas, en realidad, no estaban tan mal; el problema era que no pasaba nada.

Espero cambiar las horas-nalga por algo más productivo. Quiero lograr algo para mi y no para un judío desconocido, que lucra con nosotros, que nos venimos a sentar por largas, y aparentemente interminables horas, frente a una computadora; si me voy a joder la vista, que por lo menos se refleje en mi conocimiento y mi bolsillo.

Me voy recordando a la chica que venía buscando al artista plástico de las bubis y las pompis, o a la gente que está segura que la imprenta se inventó después de que cayera el Muro de Berlín: joyas contemporáneas de la idiotez. Me quedo con mis compañeros, que están aquí chingándole para salir adelante. Me quedo con el aprendizaje. Me llevo las anécdotas, que espero contar pronto, cuando tenga que mezclarme con mis nuevos amiguitos asalariados. Porque eso si, renuncio, pero sigo pagando cuentas, rentas y gustos.

Al final, trabajar es una forma de darle sentido a la vida, por lo demás carente de él. El problema real es cuando dejamos que ese sentido sea impuesto por algún capitalista anónimo, por algún jefe obtuso o por nuestra propia indecisión. ¡A seguir!

miércoles, 8 de junio de 2011

No hay que regalarse

Estuve "conversando" con mi buen amigo, EDR, quien fue compañero mío en esta no tan H. Institución y hoy labora en la muy ilustre UNAM. Las cosas en los dos lugares son básicamente las mismas: trabajamos para alguien más.

Esto puede parecer, y seguramente lo hará, algo normal, algo común, lo que pasa. La cosa es que no todos buscamos esto (y me atrevo a decir que pocos lo hacen). EDR decía que la cuestión es no regalarse.

¿Regalar qué?

Regalar esfuerzo, trabajo y tiempo (mucho tiempo) a gente que puede o no utilizar esto, que puede o no ser otro empleado, pero que definitivamente no son nosotros. Gente que lucra de alguna forma u otra con la situación en la cual estamos inmersos, la de ser asalariado.

Creo que todos buscamos ser nuestros propios jefes, y a menudo la respuesta a este deseo es un lacónico "está cabrón". Seguro, está cabrón, pero me parece que es mucho peor la chinga de trabajar en algo que no te satisface, que no te llena y en donde no puedes explotar tus habilidades al máximo.

¿Cómo no regalarse?

No sé, sigo buscando. Les reporto.